Y llegó padre al hogar filial. Apenas me vio me dijo: "tenés algo
distinto en los ojos... como una chispa"
Sí, es la felicidad que brota de todos los lugares posibles: la mirada, la
risa, los bailecitos en los 40 minutos de bondi al laburo.
Estaba nerviosa, evitaba el tema por todos lados.
Pero, tal como había vaticinado padre, entre vinito y sushi transcurrió mi
descabellada confesión.
"Me quiero ir papá, me voy a ir en Junio por un año, al menos al
principio."
Me voy a ir, ya no es solo un querer. Me voy y por favor decime que me
apoyas o me tiro palomita del balcón.
Como ya había dicho, su historia estaba de mi lado.
Y todo lo que pensé que me iba a decir me lo dijo: que me entendía, que me apoyaba,
que él me veía instalada en otro lado del mundo (o algo así, el vinito fue
mucho :) ) y que mientras el físico lo acompañase me iba a ir a visitar
donde esté.
-"Solo una cosa me da miedo..."
-"ok", tragué saliva. "¿El futuro?" (el futuro me da un poco de miedo a mí, esa
es la verdad)
-"No! el futuro no! Que si estas en Tailandia ponele y pasan 10 días
y no sé nada de vos, como padre, me vuelvo loco, me muero!!"
Tras meses de terapia estoy en condiciones de decirle que lo entiendo y que
voy a hacer todo lo posible por eliminarles cualquier tipo de preocupación.
Ah! Y le dije que me voy con Julita si todo sigue avanzando como hasta
ahora. Y ahí se relajó y se desparramó en el sillón.
Y seguimos hablando de planes y de este país que a veces pareciera echarnos
a escobazos y demases temas que solemos charlar.
Entonada me fui a dormir pensando la otra charla, una que me da un poco de
miedo: LA charla, versión madre.
Mientras tanto ya son no 6 sino 5 meses y medio los que me separan del
destino que me estoy planteando, así que como todos los días sigo camino a lo
que me marquen mis ganas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario